viernes, 14 de mayo de 2010

A quien le pueda interesar

    A quien esté leyendo, no, no es una confesión. Ya confesé en su momento lo que no podía ser de otra forma. Sí, lo hice yo.
    Tampoco es una declaración de arrepentimiento, no se me entienda mal. Porque ya da igual. ¿Qué van a hacer? ¿Ejecutarme? Qué más da antes o después, por esto o por aquello. Quizá sea ese el consuelo de los condenados a muerte. Pero no quiero desviar la atención hacia cuestiones metafísicas ni psicológicas, sólo quiero contar que realmente fui yo.
     Lo cierto es que siempre fue buena persona, creo que por eso la maté. Los buenos siempre son llamados prematuramente a la diestra. Era un encanto, a mí siempre me lo pareció, y todo aquel que pertenecía a su entorno era de la misma opinión. Nunca escuché una mala crítica hacia su forma de ser, de pensar, de vestir, de maquillarse, de hablar, de comportarse, de trabajar, de amar...
     Por eso la maté. Y volvería a hacerlo.
   Creo que me reventaba demasiado su “perfección”, su saber hacer, su entrega desinteresada a los demás. La conocí en su trabajo, yo era un cliente más de los muchos que podía llegar a tener en un solo día.
     -Un chelín y soy tuya, chato.
     Fueron las primeras palabras que le oí decir. Acepté y comenzó el infierno.
    Aquella primera vez fue como la presentación de un producto fantástico, la panacea, una utopía hecha realidad, ideal, sin ataduras, sin pedir explicaciones, ni darlas, solo sexo, del bueno, brutal, rozando esa línea fina que separa el placer del dolor. Y durante un tiempo fue así. Luego llegó el sentimiento, la calidez en forma de mujer, el echarla de menos, el estremecerme con tan solo recordar sus labios, ¿Qué coño te está pasando?, pensé, sólo es una puta. Pero no, se fue metiendo en mi vida cada vez más, chelín tras chelín la fui comprando hasta que por fin fue mía del todo.
     La primera vez sí, lo reconozco, fue una chapuza, nunca pensé que alguien pudiera tener tanta sangre, la palma de mi mano tapando su boca, mis rodillas sujetando sus brazos, mi cuchillo sobre su garganta, un pequeño movimiento bastó y la hice mía.
     Con las demás, la cosa fue mejor, cada vez que le arrebataba, lo que por derecho me pertenecía, fui perfeccionando más y más hasta llegar a la sublimación del acto en sí. Lo cierto es que como el opio, la cálida sensación de manipular sus órganos aún calientes, creaba en mí cierta dependencia más allá de cualquier explicación racional. Aquello tan trivial y desagradable de un principio, fue convertido por mí en arte, y todos sabemos que cualquier artista hace bocetos de su obra.
     Y como todo artista ha de darse a conocer, yo mismo incité a un gran amigo mío, instruido en el arte de las letras, a que se burlara de la policía mediante una carta que posteriormente filtró a los periódicos. Así es el ego del artista, no lo elegí yo.
     Ocho semanas, solo ocho semanas bastaron para que mis cinco obras maestras fueran dadas a la luz, los “canónicos”, decían.
     Hoy me encuentro aquí como ya saben, ya me he encomendado al Altísimo, solo Él sabrá apreciar mi obra, y aunque nunca pensé que mi fin fuera tan prematuro, he de agradecer que la misma policía que no me detuvo en Whitechapel años atrás, lo hiciera esta vez en la campiña por haber dado muerte a un lord ruin y despiadado con sus gentes, pues solo así me presentaré ante Dios y mostraré mi verdadera obra al único que será capaz de entender.
     Solo me arrepiento de no haber tenido un digno discípulo que siguiera mis pasos.

El hombre que mira.

8 comentarios:

  1. Soy un compañero del taller de Factorias...muy buen relato eh....me encantó, realmente.

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  2. grande, una buena sinópsis para el libro, te animas o ke?

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  3. Gracias Fernando.
    Elroqueman: El trabajo de investigación ya esta iniciado...

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  4. Te "regalo" un trocito de poema de la peruana Blanca Varela, de su libro "Valses y otras confesiones", y en el que pensé tras leer tu relato (y siempre es bueno echar los textos a conversar), para agradecerte que compartas estas "cositas". Siga, compañero!

    "Formidable pelele frente al tablero de control;
    grand chef de la desgracia revolviendo catástrofes en la inmensa marmita celeste.
    Ve lo que has hecho de mí.
    Aquí estoy por tu mano en esta ineludible cámara de tortura, guiándome con
    sangre y con gemidos, ciega por obra y gracia de tu divina baba. (...)
    Tu imagen en el espejo de la feria me habla de una terrible semejanza."

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  5. Gracias por todo Nayra. Me lo apunto, a ver si me pillo algo de poesía que la tengo "muuu olvida"

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  6. Sigue y no pares que llegaras lejos. Siempre es un placer leer lo que escribes

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  7. ta bonito...

    De ser tu parienta estaría preocupado por esas descripciones e ideas tan gráficas.

    Escribe algo "Lovecracftiano".

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  8. Gracias chicos, en cuanto a lo de Lovecraft esta luchao, poco a poco je je.

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