sábado, 27 de febrero de 2016

Requiem

No nos rasguemos las vestiduras.
La amistad, el cariño, es una planta que necesita de dos jardineros.
Una vez que la planta ha muerto no tiene sentido el reprochar al otro, no tiene sentido querer devolver a la vida algo muerto, porque es imposible.
Tanto la amistad como la familia, son jardines que si queremos conservar, los jardineros han de esforzarse.
Está en cada uno, y es perfectamente comprensible, tanto el querer cuidar una "planta", como el querer dejarla morir.

El hombre que mira.

jueves, 18 de febrero de 2016

Insomne

De nuevo despierto en la madrugada y solo la soledad.
Solo la soledad del solitario solenoide.
Me invade y me-rodea.
Nada acude a mi, las palabras me esquivan, los pensamientos me ignoran. Un gran desierto de nada se abre ante mi y sin embargo me embarga la certeza de estar rodeado de vida vivida por lo demás.
Por ahi viene un recuerdo... ha pasado de largo.
Sé que no estoy solo por que me rodea el ambiente, no se si medio, pero es el ambiente que a estas hora miente, miente como miente la gente que siente.
De repente un sonido... ha pedido la hora por disculpas y se marcha. Tres y diez.
¿Alguien quiere compartir algo conmigo? Soy buen escuchante, no soy mal orador, y siempre respeto puntos de vista aunque no siempre los comparta. Es mentira eso que dicen de mi que soy intolerante, soy in-tolerante que es cosa distante de lo errante.
Una idea acaba de preguntar por una dirección, la he invitado a pasar, pero se ha asustado y se ha marchado con prisas. Solo pretendía hablar un rato con la promesa de olvidarla después, me ha mirado como escandalizada por la invitación y ha marchado como huyendo.
Le hago gestos a un sueño, le grito... "¿Tienes prisa? ¿Tienes tiempo para un café?, Mejor una infusión.... sería relajante, no quiero que despiertes y faltes a tu cita". Pero me ignora, quizás sea sordo, aunque no conozco ningún sueño sordo, aunque si alguno mudo.
Creo que intentaré hacer unas Z's, aunque se que en cuanto aparezca la primera, huirá despavorida.
El hombre que mira.

domingo, 31 de enero de 2016

Hasta pronto

Me muero.
No hacemos más que morir el mismo día que nacemos, comenzamos a morir un poco cada día, esto no es ningún descubrimiento.
Yo me muero un poco más que el resto, los dedos que le dan cuerda a mi reloj lo van adelantando unos segundos cada minuto, probablemente mi reloj no anda bien. A alguna de sus ruedas debe faltarle algún diente y quizás eso haga que cada minuto pierda algunos segundos, que con cada giro del segundero evite parar en el veinticinco, o quizás en el cuarenta, o tal vez en el siete.
Me muero un poco más aprisa que los demás y algo más lento que unos pocos.
Al fin y al cabo ¿El fin de la vida no es la muerte?
Pero no, eso no me preocupa.
No me preocupa dejar este mundo hace dos horas, dentro de cuatro, hace dieciséis meses o dentro de veinte años... Para eso estoy preparado. Nada me ata y no ansío que llegue el momento. Supongo que se puede decir que estoy en paz conmigo mismo.
Me gusta pensar que los demás también estarán en paz conmigo, que tendrán la certeza, cuando llegue el momento, que he tenido una vida que ha merecido la pena vivir, y que he vivido sintiéndola cada minuto, respirando cada segundo, latiendo cada ocasión.
Que entendieran que, como ser humano, tuve oscuridades, demonios e infiernos particulares, pero también, que en cada momento, jamás perdí la cordura de saber encontrar una luz, un camino de vuelta del más oscuro de los abismos.
Que supieran que nunca estuve solo, algunas veces me acompañaron algunos de los que dejé atrás, y en otras, (las que menos), algunos de los demonios que fui arrastrando a lo largo de mi vida.
Que no llorarán por haberme perdido, porque en algún momento, nos volveremos a encontrar de nuevo, con otro nombre, otro cuerpo, pero en el preciso instante en el que nuestras miradas se crucen lo sabremos.
A aquellos que lastimé, que sepan perdonar, pues nunca fui ni más ni menos que, como ellos, una persona, con virtudes y defectos, con aciertos y errores, algunos de los cuales supe reconocer aunque no todos supiera enmendar.
A los que me lastimaron a mi, que no se preocupen, no les guardo rencor y decirles que no existe el purgatorio donde nos espera alguien para pedirnos cuentas de algo que hicimos o dejamos de hacer... y mucho menos un infierno que temer. Todos y cada uno de nosotros ha pasado ya por esos infiernos en vida y después de ella no nos espera nada de eso.
Tomen esto como quieran, una despedida, una reflexión, o una divagación de un viejo que sin serlo tanto, dice cosas que mucha gente no entiende ni comprende… Ya comprenderán.
El hombre que mira.

viernes, 29 de enero de 2016

¿Por qué cambiar?


No.
No es cierto todo eso que dicen de mi.
Si se preocupasen en conocerme, en ver mis motivos, todo sería diferente... Lo sé.
En cambio, prefieren dejarse llevar por lo que dicen los demás... y eso ¿En que lugar me deja? Es el precio por ser auténtico, por ser uno mismo, por ser especial, pero no de la forma convencional de ser especial.
Sé cual es la solución. Sí, exacto, ser hipócrita... Falso... Todo aquello que siempre he detestado... Todo lo que renuncié ser hace ya mucho tiempo. Sé que podría volver a serlo, sé que podría y quizás sea lo que todos se merecen. Es más, no lo descarto. Pero antes tengo una última posibilidad. Es algo retorcida y un tanto macabra, pero es lo último que me queda por probar sin dejar de ser yo mismo, sin dejar de ser auténtico, sin dejar de lado a todos aquellos que un día fui y que por lazos del destino recordé aunque nunca hubiese tenido que saberlo.
Me costará, lo sé. Pero no hay otra salida, las cosas buenas nunca fueron fáciles, así lo aprendí. Podría empezar de cero en alguna otra parte, pero sería demasiado fácil, un nuevo entorno, nuevas caras, nuevas expectativas, pero no, siempre me han gustado los retos, y este que se abre ante mi es el mayor al que, hasta ahora, me visto en la necesidad de afrontar.
...
Basta de charla. Mi cuchillo esta afilado y he de empezar por el primero de la lista.

El hombre que mira.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Versión Alfa.


El otro día, en el duermevela que deja una noche de alcohol, hubo un momento...

Un momento en el que me di cuenta de que toda mi vida ha sido una versión beta. En la que he tenido que corregir errores, donde he tenido que desarrollar nueva funcionalidad por que uno lo "quiso", por que era "necesario", donde he tenido que cambiar el interfaz para amoldarme a los requerimientos del usuario, donde empecé a escribir "hardcode" para poder cumplir plazos, para darme cuenta al final que todo ese trabajo no ha servido de mucho, por que el usuario ha ido cambiando de requisitos a medida que ha ido creciendo el proyecto, de que todo el proyecto no se ajusta a las necesidades del usuario.

Descubres que el usuario ha visto el software que tiene la competencia, y que ha decidido implantar con ellos.

En ese momento te quedas frío, desilusionado, quieres tirar a la basura todo ese código que te ha costado escribir, ese código que hasta en ocasiones, es feo, por que no cumple con tu estandar de calidad, un código que no sabes muy bien qué sentido tiene, por que apenas has tenido capacidad de decisión a la hora de lo que debe hacer o no.

Pero no, no lo tiras, no haces un delete o "New Project", no.

Empiezas a quitar todo el código que no te gusta, y lo empiezas a reescribir según tus propias especificaciones, por que decides que funcione como tú quieres que funcione, aunque no le interese a otro usuario, te da igual. Cambias la lógica de negocio y te dejas guiar por tus propios requerimientos base. En fin, haces y rehaces el proyecto a tu imagen y semejanza hasta que al final te encuentras con un producto terminado, optimizado, rápido, muy costoso al fin y al cabo, pero que cumple con los "casos de uso" que uno mismo contempla. Lamentablemente no es sencillo encontrar "alfatesters" que cumplan con los requisitos y conocimientos necesarios para usar la "app", pero uno decide cuando está acabada.

Una versión alfa de ti mismo

Evidentemente no hay aplicación libre de "bugs", pero el servicio de mantenimiento 24/7 "Lifetime Warranty", esta dispuesto a subsanarlos siempre y cuando no efecten al "core" de manera hostil, por que sería en escencia, que la "app" perdería sentido y volvería a ser otra versión beta.


El hombre que mira.

sábado, 15 de febrero de 2014

Por ti.

Por tu pelo amo al viento, por como ondea cuando corre.

Por tu ojos amo al sol, por como brillan cuando sale.

Por tu piel amo al caballo, por como la estremece cuando galopa.

Por tu boca me amo mi, por como tiembla cuando te beso.


El hombre que mira.

lunes, 27 de enero de 2014

Entradas de Factoría de Ficciones


A final me he decidio.

El enlace a Factoría de Ficciones os llevará al blog de alguno de los talleres de escritura que he tenido el placer de hacer, éste en concreto con Alexis Ravelo como conductor de esa aventura. Al margen de los mios, les invito a pasear por los de otros compañeros y compañeras que, de seguir en la misma línea, aseguran engordar el catálogo de autores canarios, merece la pena. No sé porque no habia enlazado esto antes... Pero al fin esta aquí. Que los disfruten.

A los príncipes azules tambien nos huelen los pies.


Claro nena, pues claro que me huelen los pies.

Y es duro eso de afeitarme todos los días, sobre todo por que tengo la piel muy sensible y aunque utilice máquina eléctrica "powertoch control 8000 series underwater" o una "vibropower xtreme plus con 9 hojillas" mi piel termina ardiendo y claro, el aftershave tampoco es que refresque mucho, casi todos llevan alcohol, así que... Imagínate que despues de darte la cera, te rasuras, y acto seguido te pones alcohol y te prendes fuego. Pues eso. Por eso prefiero estar todo el tiempo que puedo con barba de tres días.

Tambien tengo vello corporal y aunque alguna vez me lo he quitado... No vale la pena. Vuelve a salir con cierta rapidez. Sí, es verdad que el tacto de una camisa es diferente, y las caricias se sienten con mas intensidad, pero esa sensación te dura dos días y luego como me ponga algo de punto me lo tengo que sacar que parece velcro. Al final terminé aceptando mi genética, que le voy a hacer.

De sudar ni hablamos. Solo te diré que en pleno verano, basta que me duche para empezar a "estilar" de nuevo. Afortunadamente, el olor si que se va con la ducha y tarda en volver. Ni te digo ya si estamos... Ya sabes... Será porque ahí sí que hecho el resto y me lo trabajo bastante, así que no te sorprenda si después de terminar en vez de abrazarte y decirte cosas tiernas vuelvo a la ducha. No es que no quiera estar abrazado a tí en el lugar donde lo hemos pasado tan bien, es que el cuerpo me pide una ducha urgentemente.

El tabaco es otra. Qué le voy a hacer si fumo, sé que no debería, sé que tengo que dejarlo, pero te confieso que me gusta fumar... E intento cuidar mi aliento, y también el color de mis dientes pero no siempre uno puede estar al quite con esas cosas, no por que no sea posible sino por una cuestión de logística.

El alcohol quizás sea otro problema para ti, pero solo bebo cuando hay alguna ocasión, una cena con amigos, en alguna fiesta... lo que se conoce como bebedor social. Cierto es que en alguna contada ocasión a uno se le puede ir la mano pero son casos aislados.

La imagen es otro de los temas que me preocupan en el sentido de que no sé si tengo buen gusto para vestir, pero para mí, prima la comodidad y sobre todo depende de la ocasión. Por regla general puedo parecer desaliñado (lo que yo llamo cómodo y funcional) pero cuando la ocasión lo requiere puedo ser elegante como corresponde a alguien de sangre azul.

Lo de los pies, sé que es un problema y lo intento controlar, pero es que el calzado que tenemos hoy día tampoco te deja mucho margen. Sí, se que todo depende de lo que uno se gaste y de cómo lo gaste, pero no te engañes, la realeza ya no es lo que era, desafortunadamente incluso para los de mi clase también hay crisis y tenemos que sacar partido a los dineros gastando y mirando mucho la relación calidad-precio. El dinero es un bien escaso. Por muchos productos que uno use, tarde o temprano el olor termina volviendo. Y pensar que en otras culturas el olor corporal determina cierto estatus dentro de esas sociedades y no para mal precisamente, pero me ha tocado vivir aquí y lo controlo como puedo.

En cuanto a ser cortés o caballeroso nadie hasta ahora podrá tacharme de lo contrario. Hemos de tener en cuenta la reivindicacion de igualdad de la mujer y llega un momento que uno ya no sabe si abrirle la puerta del coche o no, o pagar la factura de una cena, porque claro, si la chica es de las de igualdad se puede ofender, sino puede pensar "que tio mas racano".

Romanticismo.... Sí, soy un romántico empedernido, aunque ya eso no se lleva, me explico. Si lo que tu llamas romanticismo es ese que nos vende el cine de hoy en día, ya te adelanto que no soy tu príncipe, porque seamos sinceros, en el cine todo es fácil y, curiosamente parace que las cosas son gratis, además, me parece un poco triste que los anillos de compromiso tengan que tener una piedra del tamaño de una pelota de golf, ¿acaso eso importa tanto? Yo soy de otro tipo de romanticismo, de aquel que cada día esta a tu lado, del que pierde las neuronas cada día para que no falte de nada, del que te intenta conocer mejor que tú misma y antes de que abras la boca saber perfectamente el humor que tienes hoy, de aquel que debe tener vida social fuera de la relación para nunca parecerte aburrido y seguir cultivandome para que sigas pensando que soy un tipo "diferente" al resto. Pero no, no soy adivino, creo que la comunicación es escencial para mantener una relación sana... Si tú no quieres, yo no sabré que es lo que hoy te hizo enfadar en el trabajo, o qué es aquello que hice y que te sento tan mal y por lo que me tratas diferente.

Por cierto y hablando de todo un poco...

Y tú... ¿qué tienes de princesa?


El hombre que mira.

domingo, 12 de enero de 2014

...POP...

para Mónica.

    …POP… es un grano de millo al estallar, el tapón de una botella a sesenta kilómetros por hora, un capullo estallando en flor, estar roto por dentro y seguir adelante, un beso inesperado, un rayo de sol en tu cara, unos labios estampados en un sobre, esa canción que te emociona, ese olor que te transporta, ese sabor que te hace llorar, mi corazón volviéndose del revés cuando te veo, mi cabeza convirtiéndose en nada, la carcajada sincera de un niño, tu calor en la cama, algo que te sorprende, te maravilla, te atrapa y te desarma.
    …POP… es lo que quiero yo.
    …POP… es lo que quieras tu.

El hombre que mira.

martes, 26 de junio de 2012

Pudiera ser.

Los científicos dicen que:
si las abejas desaparecen,
al hombre solo le quedaría
4 años de vida.

a Maya.

   Pudiera ser que todo comenzara como un juego, que aburrido de la cotidianeidad de las cosas, decidiera refugiarme de nuevo en las palabras, que aburrido retara a alguien mas docto que yo.
    Pudiera ser que la conociese sin quererlo, que ella no quisiera conocerme a mi, que jugando termináramos hablando, que las palabras dejaran lugar a otras palabras, con otro significado mas complejo, palabras que violaban la intimidad más de lo que nunca hubiéramos sospechado.
    Pudiera ser que una tarde hubiese ansiosas ganas de un café y acto seguido sonara un timbre, un "firme aquí", un capricho satisfecho.
    Pudiera ser que hubiera el deseo de inmortalizar una espalda desnuda, luego un suspiro que recorriera largos kilómetros... y quedara solo el deseo.
    Pudiera ser una llamada pedida a gritos, una voz tímida y cálida, unas risas nerviosas, un calor en la cara, una larga conversación en apenas un instante, un querer y no poder, un sueño.
    Pudiera ser un nombre de varón, una partida, una historia, un complejo que no es verdad, unas lágrimas, un "déjalo, no importa", una ganas de desaparecer.
    Pudiera ser una larga conversación con un amigo, un mirarse en el espejo, una flor que se abre.
    Pudieran ser tantas cosas que no son, ni serán... o sí.

El hombre que mira.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Siempre Mamá.

    Mamá regala, aunque sea consciente de que no le queda nada para ella.
    Mamá otorga, aunque no esté de acuerdo con lo que discute.
    Mamá simplifica, aunque su propia vida no pueda ser más complicada.
    Mamá ordena, aunque su entorno sea un caos.
    Mamá ama, aunque muchos de los que ama sean incapaces de hacerlo.
    Mamá llora, aunque ya no le quedan lágrimas.
    Mamá puede, aunque carece de medios y de conocimientos.
    Mamá ríe, aunque cada vez tenga menos motivos.
    Mamá VIVE, aunque a veces le faltan las ganas.

    Siempre Mamá.

El hombre que mira.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Dejadme en paz.

    Cuando era pequeño el mundo se empeñaba en identificarme, situarme, darme un número, unos apellidos y un nombre. Cuando crecí solo quería pasar desapercibido, no llamar mucho la atención para no ser el hazmerreír de mi entorno. Ahora que ya es imposible, simplemente quiero desaparecer.

El hombre que mira.

jueves, 4 de agosto de 2011

Reflexión de un tallerista

a Alexis Ravelo, gracias por todo.
    Cuando él hablaba, todo el mundo tomaba notas. Terminaron por llamarle "El Gran Dictador"

El hombre que mira.

lunes, 24 de mayo de 2010

Cabeza Hueca

    No soporto que me taladren la cabeza.
    La vecina de abajo está sola en el mundo y a veces (después del trabajo) le hago alguna que otra “ñapa”. ¿Y como me lo paga? Taladrándome la cabeza con un Black & Dicker, herencia de su marido lo más seguro, del año Maricastaña y una broca del calibre ochenta. Debo entender que está tan agradecida que no quiere hacerme mucho daño y antes de la trepanación, como es mayor y no tiene buen pulso, me deja la cabeza hecha un mapa.
    Los fines de semana voy a ver a mi abuela, desde que mi abuelo nos dejó, la pobre no tiene mucha gente con la que charlar y siempre me gusta ir y escuchar sus historias y sus quejas acerca de cómo le ha tratado la vida. Reconozco que a veces puedo sacar alguna idea para mi trabajo de publicista.
    Mi abuela tiene estilo, usa una Makuta con percutor, debe ser porque siempre me ha dicho que tengo la cabeza muy dura. Lo que no llego a entender es por qué usa una broca para madera soft. Debe ser que ella conoce el lado más blando de mi cabeza.
    Mi jefe, en cambio, es muy sofisticado, tan ingeniero y tan técnico él. Es un tipo que cuando te llama al despacho y te dice toma asiento, sabes que vas a necesitar más pelo para tapar otro agujero. Para él es todo un ritual, primero me inmoviliza fuertemente, para ello usa un café o alguna de sus infusiones. ¿O debería decir confusiones? Lo cierto es que, si aceptas, te pega a la silla inevitablemente. Una vez conseguida la inmovilización, usa un Smoth & Niphew, sí, como lo oyen, no puede ser de otra forma, un taladro quirúrgico, tecnología punta al servicio de la trepanación. Supongo que de esa forma se libera tensión craneal y por lo tanto la creatividad y las ideas fluyen como un manantial de agua fresca. Estoy convencido de que lo hace por mi bien y por el de la empresa.
    Y qué decir de Marta. Marta es la típica amiga que lo coge a uno como pañuelo de lágrimas, que si Mario esto, que si Mario lo otro, que si lo hemos vuelto a dejar, que si hemos vuelto pero no sé yo, que si la víbora de mi compañera le está echando el ojo a Mario, etc. Definitivamente ella usa un Kivo de contra-ángulo, el mejor amigo de los dentistas. De todos, éste es el más molesto. Cuando empieza a funcionar, emite ese zumbido que te dura hasta tres horas después de que te has despedido de ella. Eso sí, de los agujeros ni me entero, son tantos años ya, que lo que ella me haga no me afecta, aunque el sonido sí que jode, además me consta que ella me quiere mucho y no lo hace con mala intención.
    Una consecuencia de tanto agujero es que se me olvidan cosas, fechas, nombres, lugares, la ultima conversación. Me parece un poco egoísta por parte de ellos pretender que me acuerde de todo, pero con tanto agujero no puedo retener ni una sola idea o recuerdo, por no retener, ni siquiera retengo masa gris. Solo ahora entiendo a mi ex cuando decía que era un cabeza hueca.
    Una cosa sí que tengo clara, no puedo quejarme, todos me quieren mucho, ya que el denominador común es que intentan hacerme el menor daño posible.

El hombre que mira.

viernes, 14 de mayo de 2010

A quien le pueda interesar

    A quien esté leyendo, no, no es una confesión. Ya confesé en su momento lo que no podía ser de otra forma. Sí, lo hice yo.
    Tampoco es una declaración de arrepentimiento, no se me entienda mal. Porque ya da igual. ¿Qué van a hacer? ¿Ejecutarme? Qué más da antes o después, por esto o por aquello. Quizá sea ese el consuelo de los condenados a muerte. Pero no quiero desviar la atención hacia cuestiones metafísicas ni psicológicas, sólo quiero contar que realmente fui yo.
     Lo cierto es que siempre fue buena persona, creo que por eso la maté. Los buenos siempre son llamados prematuramente a la diestra. Era un encanto, a mí siempre me lo pareció, y todo aquel que pertenecía a su entorno era de la misma opinión. Nunca escuché una mala crítica hacia su forma de ser, de pensar, de vestir, de maquillarse, de hablar, de comportarse, de trabajar, de amar...
     Por eso la maté. Y volvería a hacerlo.
   Creo que me reventaba demasiado su “perfección”, su saber hacer, su entrega desinteresada a los demás. La conocí en su trabajo, yo era un cliente más de los muchos que podía llegar a tener en un solo día.
     -Un chelín y soy tuya, chato.
     Fueron las primeras palabras que le oí decir. Acepté y comenzó el infierno.
    Aquella primera vez fue como la presentación de un producto fantástico, la panacea, una utopía hecha realidad, ideal, sin ataduras, sin pedir explicaciones, ni darlas, solo sexo, del bueno, brutal, rozando esa línea fina que separa el placer del dolor. Y durante un tiempo fue así. Luego llegó el sentimiento, la calidez en forma de mujer, el echarla de menos, el estremecerme con tan solo recordar sus labios, ¿Qué coño te está pasando?, pensé, sólo es una puta. Pero no, se fue metiendo en mi vida cada vez más, chelín tras chelín la fui comprando hasta que por fin fue mía del todo.
     La primera vez sí, lo reconozco, fue una chapuza, nunca pensé que alguien pudiera tener tanta sangre, la palma de mi mano tapando su boca, mis rodillas sujetando sus brazos, mi cuchillo sobre su garganta, un pequeño movimiento bastó y la hice mía.
     Con las demás, la cosa fue mejor, cada vez que le arrebataba, lo que por derecho me pertenecía, fui perfeccionando más y más hasta llegar a la sublimación del acto en sí. Lo cierto es que como el opio, la cálida sensación de manipular sus órganos aún calientes, creaba en mí cierta dependencia más allá de cualquier explicación racional. Aquello tan trivial y desagradable de un principio, fue convertido por mí en arte, y todos sabemos que cualquier artista hace bocetos de su obra.
     Y como todo artista ha de darse a conocer, yo mismo incité a un gran amigo mío, instruido en el arte de las letras, a que se burlara de la policía mediante una carta que posteriormente filtró a los periódicos. Así es el ego del artista, no lo elegí yo.
     Ocho semanas, solo ocho semanas bastaron para que mis cinco obras maestras fueran dadas a la luz, los “canónicos”, decían.
     Hoy me encuentro aquí como ya saben, ya me he encomendado al Altísimo, solo Él sabrá apreciar mi obra, y aunque nunca pensé que mi fin fuera tan prematuro, he de agradecer que la misma policía que no me detuvo en Whitechapel años atrás, lo hiciera esta vez en la campiña por haber dado muerte a un lord ruin y despiadado con sus gentes, pues solo así me presentaré ante Dios y mostraré mi verdadera obra al único que será capaz de entender.
     Solo me arrepiento de no haber tenido un digno discípulo que siguiera mis pasos.

El hombre que mira.

martes, 4 de mayo de 2010

Microrelato en seis palabras

     No soy nadie, me sobran tres.

El hombre que mira.

viernes, 23 de abril de 2010

PECADOS (el doble)

Lo que llamamos en otros pecado,
consideramos en nosotros como experiencia.
Ralph Waldo Emerson.
Filósofo, ensayista,
poeta y político. EE.UU.

(Gracias Tom)

     La verdad es que no lo entiendo, por más que lo pienso, no logro entenderlo.
     Se ha escrito mucho sobre el tema del doble, (William Wilson, Jekyll y Hyde...) y otros muchos, todos, tienen algo en común, siempre uno quiere que el otro muera y terminan consiguiéndolo de uno u otro modo. Es verdad que puede que me falten textos por leer (puede no, seguro) pero lo cierto es que lo que he leído hasta ahora, sobre el tema en cuestión, no es que acabe muy bien que digamos para alguno de los “elementos”. Bien es verdad que solo soy un tipo corriente, “teleco”, para más señas y que seguro me falte por leer la gran mayoría de textos que tratan “el doble” en alguno de los sentidos.
     Yo, tengo un doble, sí, ya se que pensarán algunos, que es mi hermano, o que no estoy muy bien de la cabeza, pero no, ni una cosa ni la otra.
     Todo empezó cuando conocí a mi otro “yo”. No era la primera vez que me confundían con él, siempre el mismo nombre, gente a la que yo no conocía, pero ellos si parecían conocerme a mí, hasta tal punto que incluso llegaron a pensar que les tomaba el pelo y se marchaban convencidos de tal cosa, por mas que perjuraba que se equivocaban.
     Hasta que al fin tome la decisión de encontrarlo, lo cual me dio mucho trabajo, pero lo di por bueno cuando le conocí. Al principio confieso que quedó estupefacto, y después de un café y algunas cervezas confesó (lo cual para una primera cita no esta nada mal) que también había pensado en encontrarme, pues le pasaba lo mismito que a mí y que ya estaba un poco harto de esas situaciones incómodas. En las siguientes tomamos confianza hasta el punto, que en alguna ocasión nos reíamos de algún desconocido a costa de nuestra identidad.
     Dos gotas de agua, gemelos sin serlo realmente. Llegó un momento que incluso yo dudaba de que no fuera hermano mío, pero no tengo a quien recurrir para salir de esa duda.
     Teniendo en cuenta que su situación social era muy parecida a la mía, joven, independiente, autónomo económicamente, sin familia, le planteé la cuestión de “aunar” nuestras vidas por decirlo de algún modo, y me sorprendió su respuesta.
     Antes de que me diera cuenta ya estaba alojado en mi nuevo piso, con mi nuevo “hermano” y ya haciendo planes sobre como le íbamos a sacar partido a esa situación.
     Lo primero, cada uno debía dejarse ver en el círculo de amistades del otro, para en ningún momento levantar sospechas. Nunca debían vernos juntos bajo ningún concepto. Otra de las cosas que hicimos fue insonorizar el piso, los vecinos no debían escuchar nada de lo que hablábamos. Al cabo de un par de años ya teníamos montados una serie de triquiñuelas, bien para reírnos, bien para sacar algún tipo de provecho material o personal. Sí, es verdad que es poco ético que una mujer crea que somos la misma persona, pero muchas de ellas nunca se quejaron, todo lo contrario, disfrutaban de dos estilos distintos, hasta tal punto que en alguna ocasión les dejábamos elegir, por teléfono (eso si) si querían que esa noche nos, (debería decir me) portara como un amante dulce o como un castigador. Incluso teníamos un tablón donde estaban todas nuestras actividades y lo que programábamos para el otro, e incluso las posibles eventualidades que pudieran surgir cuando comunicarnos era imposible. Nuestra sincronía era tal que en una ocasión un vecino, de estos que quiere enterarse de todo y que se toma ciertas confianzas, me preguntó que cómo era posible que pudiera pagar el alquiler de aquel piso solo con un sueldo, solucioné la situación alegando que tenia algún pequeño negocio a través de la Web (lo cual no era mentira y me dejaba cierto respiro en cuanto a los beneficios). Al terminar el día nos poníamos al corriente de lo que nos había pasado durante el día, de todo aquello que era susceptible de poner en peligro nuestro estatus. Todo fue bien durante algunos años.
     Es verdad que en ocasiones nos encontramos en situaciones comprometidas que ponían en peligro nuestra identidad ante los demás, con amenazas de destapar nuestro pequeño “negocio”, hasta tal punto, que nos enclaustrábamos algún que otro fin de semana planeando qué hacer. Siempre salía a la luz la misma solución, no podíamos ceder ante el chantaje o la amenaza de cualquiera que no comprendiera nuestra filosofía de vida. Al final dábamos con un plan genial del que salir airosos de aquellas situaciones y aunque yo no tengo el valor suficiente para acabar con la vida de alguien, “misteriosamente”, la persona tenía un accidente fatal. A veces las circunstancias de la muerte parecían un poco truculentas, pero, nada es perfecto.
     No entiendo que mal le puede parecer a la gente que llevemos esta vida, estoy (estamos) convencidos de que ya quisieran muchos de esos hipócritas disfrutar de nuestra situación, y en cuanto alguien nos descubre, el primer sentimiento que le asalta es la envidia… seguro.
     Como decía todo nos iba bien hasta que llegó Carla.
     Es uno de esos escasos ángeles que aparecen en tu vida como por arte de magia, ese alma gemela que uno nunca espera conocer, pero que esta ahí al lado y el destino hace que te tropieces con ella.
     He cometido el error de hablarle de ella a mi otro yo. Para mí, ella es la que podría ser la madre de mis hijos, la persona con la que no me importaría pasar el resto de mi vida, ya saben, una casa, familia, hijos, nietos y con el paso de los años morir a su lado plácidamente. Para él no. Para él no es más que otra del montón, otro huésped más al que parasitar y del cual está decidido a robar todo.
     No puedo permitirlo. Hoy es domingo. He pasado enclaustrado todo el fin de semana. Él piensa que estoy con alguna de nuestras… cándidas amigas.
     Ya lo tengo todo bien planeado, todo sucederá el próximo fin de semana. Usaré como excusa que nuestra candida amiga sospecha algo y lo convocaré para hilar la solución estándar. Tengo todo el fin de semana para deshacerme del cuerpo, los vecinos incluso, no sospecharan nada. Una nota a su trabajo por correo ordinario será suficiente. Tendré que cambiar de trabajo, de casa, nadie nos vincula, esta todo listo.
     Solo me falta un pequeño detalle…

El hombre que mira.

domingo, 27 de septiembre de 2009

¿Quién es el tipo del espejo?

     Raúl, subió a la guagua, introdujo su bono y cuando la máquina se lo devolvió, buscó un asiento relativamente cerca del que solía usar ella, y aguardó pacientemente un par de paradas a que ella subiera.
     El “coger la guagua” era otra cosa más del montón de cosas que había cambiado simplemente para que ella se fijara en él.
     Allí estaba, en el asiento de siempre, enfrascada en su música y en una especie de libro de bolsillo, que (qué curioso) lleva forrado con papel de periódico, quién sabe si por temor a dañar la cubierta del libro, o (como me contó mi amigo Alexis), por temor de que algún desconocido la asalte con la excusa de entablar alguna conversación acerca del titulo del libro que lee, de su autor… En cualquier caso será un temor el que obliga a forrar la cubierta del libro.
     Para Raúl no existía nadie más en la guagua, incluso a veces podía adivinar el perfume que se había puesto.
     -Pivoine -pensó- ese lo usa los jueves y hoy es martes.
     Raúl cambio su flamante coche por la guagua, harto de pasar cada día delante de su parada y que ella ni se dignara a mirarle. Había cambiado de peinado, de tipo de calzado, de estilo al vestir, de trabajo; para poder bajarse en su misma parada, de gustos musicales. Había cambiado tantas veces su agua de colonia, como ella su “eau de toilette”. Cada vez que ella aparecía con una pieza de ropa nueva, al día siguiente, él daba la replica… Pero nada daba resultado, Raúl seguía siendo invisible para ella.
     Una noche mientras tomaba una copa en el bar donde la vio una noche, se quedó ensimismado pensando en todas las cosas que había cambiado simplemente para que ella le dedicara una sola mirada.
     -He cambiado tanto- pensó Raúl, pero en realidad no tenía ni idea de cuanto.
     A la mañana siguiente Raúl despertó con cierta desgana, era una mañana diferente. No le movía lo que había sido su combustible desde hacía meses, una mirada de ella. En realidad esa misma noche había tirado la toalla, había llegado a la conclusión de que no le quedaba nada por cambiar para atraer su atención.
     Se levanta de la cama y después de la ducha, cuando va a lavarse los dientes, da un salto hacia atrás al ver a un tipo desnudo enfrente suyo, un tipo al que no conoce de nada, pero del que tiene la terrible sospecha de que es él mismo.
     Se frota los ojos, busca otro espejo, se vuelve a mirar y no se reconoce, se dice que no puede ser, que es imposible, enciende su ordenador y busca fotos suyas, y se reconoce en las fotos pero no es el mismo tipo que ve en los espejos.
     Mira el reloj, se hace tarde, se viste apresuradamente, coge su cartera y espera la guagua como cada mañana mientras se pregunta -¿Qué coño hice anoche?
     Sube a la guagua y se sienta en la última fila.
    Un par de paradas después sube ella, le dedica una mirada, pero él anda muy preocupado en otros asuntos como para darse cuenta.

El hombre que mira.

lunes, 18 de mayo de 2009

Me alimento de ti

a Lourdes.

De cada pequeña célula que te arranco cuando me besas, del aire que respiro usado ya por ti, de tu calor escondido en cada pliegue de las sábanas, de tu perfume flotando en casa cuando marchas, del sonido de tu voz cada vez que pronuncias mi nombre.

Podrías llegar a pensar que vivo ahíto de ti, harto, sin hueco para un postre de ti, pero no temas, eso nunca pasará, me consume la ansia de desearte y no tenerte, la incertidumbre de tenerte y saberte libre, la ansiedad de escuchar tus llaves en la puerta cuando ya he devorado lo que quedaba de ti.

El hombre que mira.

lunes, 30 de marzo de 2009

Mi cocina

Mi cocina sólo tiene eco, está llena de nada, inmaculada.
Pronto eso cambiará.
Pronto se llenará.
De ingredientes.
De olores.
De calor.
De sabores.
De amigos.
De charlas.
De risas.
De vino.
De velas.
De ella.
De mí.
De los dos.
De niños.
Pronto mi cocina será feliz.


El hombre que mira.

Hay un hervidero de ideas en mi cabeza, ideas que debo escribir, ideas que no me dejan vivir.

Hay un hervidero de situaciones en mi vida, situaciones que debo vivir, situaciones que no me dejan escribir.


El hombre que mira.

martes, 24 de febrero de 2009

Pasatiempos

Armado con unos bocadillos de queso, mermelada y margarina, un zumo de pera-piña y mi bolígrafo, me dispongo a pasar mi odisea nocturna particular de ocho horas. Dos mil crucigramas, cuatrocientas sopas de letras y ochocientos veinte autodefinidos, son los monstruos y enemigos que acechan a la vuelta de cada hora, debajo de cada minuto u oculto tras cualquier segundo.

De repente, siento una punzada en mi cabeza producida por la visión de la terrible definición número trece punto tres horizontal, no es posible, me tiene acorralado, todo parecía ir bien hasta entonces, pero desde que apareció, mi cabeza no deja de dar vueltas. …idea, de repente lo veo todo tan claro y me digo – eres un hacha, como no se te ocurrió antes – y le asesto cuatro chorros de tinta, pero maldición, me doy cuenta que he cometido un error, cuando recibo otro gran golpe de un bicho que me persigue, me acosa, la equivocación y para colmo de mis males descubro que ninguno de los cuatro golpes que di se han acercado siquiera… Estoy muy mal. La ocho punto cuatro vertical no concuerda, estoy acabado, doy mis últimos latidos…

…pero entonces, malamente reanimado, surge una fuerza que implora y ruega a las todopoderosas diosas soluciones que me ayuden, y así lo hacen, me indican como vencer a los desalmados que han interrumpido mi camino, y lo hago, el error de pronto desaparece como rata apestada, como si oliera que me levanto mas fuerte que antes, pero la trece punto tres horizontal sigue ahí ignorando que mi boli la va a espachurrar para vergüenza de ella, ya que quedará expuesta a todo el mundo como un cuadro, entonces me abalanzo sobre ella y de un tirón queda marcada, la marca no es limpia pero se entiende y cumple perfectamente su función. Una vez más con la cabeza alta he salido de tan apurado trance… pero los peligros acechan…


El hombre que mira.

Mártir libertad

En esta soledad compartida con algo que me habla y a la cual no puedo responder, no sé responder, me siento lleno de ira, de odio, con ganas de empuñar la espada vengadora de la justicia y cegar las vidas de aquellos que han cegado antes sin motivos, sin razones, sólo la de practicar la violencia gratuita y desalmada… Y entonces una voz en el interior de mi pecho grita más que canta aquello tan hermoso de - … escucha hermano la canción de la … - ¿alegría? Sí, alegría porque es entonces cuando me doy cuenta realmente de que empuñando esa espada no haría más que convertirme en uno de ellos, me doy cuenta, de que no estoy solo, de que mis manos están vacías pero no mi corazón y no estoy solo y entonces vuelvo a escuchar esa canción otra vez pero esta vez no sale de mi interior, sino de la boca de millones de personas, que sin saber como ni cuando pero sí por qué me rodean. Me rodean porque ya se han cansado de ser tolerantes como yo, porque no son ni quieren ser violentos como yo, porque todos llevan lazos azules, ahora negros como yo, porque nadie tiene las manos rojas sino blancas como yo, porque desean paz como yo, porque quieren abrir el periódico cada mañana y leer la tan ansiada noticia como yo, porque ya están hartos de que un pequeño país sufra a consecuencia de unos cobardes sin razón. Porque todos hemos dicho NO a los violentos y SI a un mártir llamado libertad.


El hombre que mira.

Volar

para Lu.

Cuando miro allá en lo alto aquellas luces como luciérnagas atrapadas en el “entrecielo” siento que el ave que llevo dentro de mi quiere ser libre de nuevo, y quiere volar lejos y sentir el viento de las alturas en sus frágiles y delicadas plumas y soltar un grito de libertad abriéndose paso entre las oscuras nubes y en un claro mirar desde allá arriba a los diminutos seres que desempeñan su afán de sobrevivir a ras del terrenal mundo que antes la rodeaba y entonces como asustada seguir subiendo hasta encontrar en esas luces toda la verdad y las respuestas que de su pequeña cabecita surgen como el manantial que nunca se seca, pero es entonces cuando la escucho a ella y vuelvo a la tierra dejando que mi pájaro siga su rumbo y no encerrándolo dentro de mi pecho y cuando entro descubro que todas esas cuestiones tienen su respuesta junto a ella y que sin ella me encuentro perdido como esa ave asustada que huye de la verdad para refugiarse en una luz inalcanzable en una falsa luz. Tú eres mi única verdad.


El hombre que mira.